quinta-feira, 24 de novembro de 2016

Menos  sushi y más tortas fritas


25 de Agosto de 2015
A las ocho y media de la mañana caminaba hacia el Macro Mercado a comprar pan para desayunar. Eran solo tres cuadras y ni se mi velocidad al andar, pero fueron suficientes para volver a mi infancia.
No recuerdo ni un solo 25 de Agosto que no hiciera un frío espantoso. De cualquier modo, el clima no era un impedimento para ir a desfilar. Inclusive un año en que yo fui abanderada,  desfilé con una leve garúa que nos congelaba la cara y el cuerpo. Los maestros o padres que desfilaban ayudando, varias veces aquel día me ayudaron a sostener el mástil de la bandera que se embolsaba con el viento y casi me tiró al piso.
Pero todo sacrificio valía la pena para rendir honores a la Patria en el Día de su Independencia.
Mis padres me hicieron estudiar siempre en colegios privados (a pesar de ser yo, una gran defensora de la enseñanza pública)  y para el día del desfile estrenábamos un uniforme nuevo. Lo mismo hacían los alumnos de las escuelas públicas, que estrenaban túnicas relucientemente blancas y moñas perfectamente hechas.
Seguía paseando mi niñez mientras recorría el supermercado con mi carro y de repente me di cuenta que no había ni un elemento externo que combinara con mis recuerdos…
¿Me habría equivocado de día?
Bastaron esos instantes de conciencia de la actualidad, para sentir una profunda tristeza.
Era el 25 de Agosto  y en vez de estar todos celebrando, había cientos de personas trabajando.
Aunque también podría decirse que una patria se hace con trabajo.

Cuando la cajera me dio el vuelto, la miré y le dije sonriente, como para ser simpática nomás
-          - Tas con sueño? Saliste a nostalgiar?
-          - No -respondió ella- me quedé a cuidar a mi sobrinito de siete meses, porque mis padres no podían, ellos salen solo una vez al año a bailar
-          - Hoy no hay feriado para ustedes -agregué yo
-          - No -respondió ella también con una gran sonrisa- en este lugar no hay feriado que te valga, pero está buenísimo porque nos pagan doble por trabajar el día de la nostalgia
-          - Si claro -respondí yo. Y agregué- Hoy es el Día de la Independencia no de la nostalgia. La verdad es que a los dueños del Macro no les costaba nada darle a cada uno de ustedes  una escarapela para lucir en un día como hoy
 La cajera que tendría no más de 20 años, me miró y me preguntó
-     -  Una que????

Antes de irme, por supuesto que le expliqué que era una escarapela y ella me dijo un “ahhhh si” como si le estuviera hablando de un asunto del cual no tenía el menor interés. También le pregunté si estudiaba y ella dijo que no, que le habían quedado dos materias de cuarto año y le faltaban quinto y sexto año de liceo, pero que salía cansada del trabajo y que estudiar estaba de menos. Yo le respondí que el asunto era que si ella no estudiaba, estaría toda su vida sentada en esa caja de supermercado, lo cual no era deshonra, pero que podía hacer cosas más interesantes.
En fin, para redondear, nos despedimos y ella a mis espaldas debe haber pensado que yo era una re pesada.
Volviendo a casa me encontré a una vecina que me comentó que todo estaba abierto, el shopping, abitab, etc. Y yo pensé con tristeza que esta vez, el sistema y el mercado le habían ganado a la independencia.
Desayunando en casa prendí la tele y después de enterarme de todos los comentarios sobre la noche de la nostalgia, que era el tema principal del día, le llegó en segundas vueltas a la celebrada del día: anunciaron a un Profesor de Historia que hablaría sobre la fecha patria.
Pronta yo a escuchar las palabras del educador, su exposición del tema se fue a las cifras y determinaciones concretas: si eran 33, si la fecha era o no el 25 de agosto, si desembarcaron en la playa de la agraciada o en un arroyo que tenía otro nombre, etc etc.
Y yo me pregunté “Y de la Independencia qué?”
Siempre tratando de ir a la fuente original, busqué el significado en el diccionario de la RAE (Real Academia Española) el cual decía
“Independencia: cualidad o condición de independiente. Libertad, especialmente de un Estado que no es tributario ni depende de otro. Entereza, firmeza de carácter.”
La definición era exacta y precisa.
¿Qué importancia tendrían las fechas y los detalles, sino el significado de esa palabra?
Siempre he sido una defensora de la libertad y agradezco cada día el haber nacido en un país libre. Y parecería que esto no es más importante.
A lo mejor habría que recordar qué es lo que necesita este pequeño Uruguay para mantenerse libre del resto de los países. Una Nación libre precisa soberanía, límites, imposición para que todo el mundo sepa que hasta determinado lugar se llega y más de allí no se puede pasar.


 Esta soberanía es quien garante mi libertad. Yo camino libremente por las calles de cualquier ciudad del Uruguay, entro en cualquier hospital y soy atendida, voy a la Universidad, y muchos derechos que tengo por el simple hecho de haber nacido en este territorio.

A lo mejor para tener conciencia de este importantísimo hecho,  les cuento brevemente una experiencia personal. Hace unos años estando yo y mis hijos viviendo en otro país, se nos terminó el período de visa y recibimos la orden de salir en al máximo una semana. Ese fue el período que tuve para desarmar mi casa, regalar todo lo que me había costado un enorme esfuerzo comprar, hacer las valijas y volver a mi tierra. Ni siquiera los juguetes pudieron conservar mis niños en aquella experiencia, no había tiempo ni lugar para eso. Fue una semana espantosa, en la que recibí una “bonificación extra” y me comunicaron que en caso de que alguno de los menores se enfermara o necesitara un médico, estaba habilitada para llevarlos a cualquier hospital que serían atendidos gratuitamente. Solo los menores, yo no tenía derechos. Cuando llegamos a Uruguay y mi hijo menor vio las palabras mágicas que decían “Bienvenidos a la ROU” se arrodilló y besó el piso. Me di cuenta de cuánto había sufrido por estar fuera de su territorio, sin derechos, sin ser nadie.

La Independencia de este país significa aún más que la soberanía dentro de los límites territoriales. Yo tengo derecho a pensar lo que quiera, como quiera y de quien quiera. Cualquiera de los ciudadanos gozamos de ese derecho que se llama libertad. Y lo que nos garantiza ese derecho son los límites del país.
Enmarcada en esta libertad de pensamiento, no puedo dejar de lado los hechos de los últimos días.  Con la declaración de esencialidad para la educación, creo que para todos aquellos a los que nos importa la educación, se terminó el tiempo de quedarnos callados.
La coyuntura de la enseñanza pública no es un asunto fácil, pero si es un asunto muy serio.
Visto desde afuera, parecería que hoy están enfrentados un gremio combativo bajo el ya antiguo y obsoleto slogan de “Arriba los que luchan” contra un gobierno “progresista que defiende actitudes pachequistas intentando desesperadamente que no se los confunda”.
Los que miramos de afuera, nos damos cuenta que ninguno de estos dos bandos puede hacer un diagnóstico medianamente creíble y entendible para el resto de todos nosotros que, aunque no seamos expertos en el tema, estamos involucrados y somos o hemos sido usuarios del sistema educativo uruguayo.
Ni el PIT-CNT, ni los gremios de la educación que representan a los docentes, ni el gobierno y menos que menos el Ministerio de Educación, han tenido hasta hoy y según mi criterio, la capacidad de decir cosas significativas de lo que realmente pasa con la educación en el Uruguay.


Pero estamos siendo bombardeados todo el día con el tema y no solo por los medios de comunicación, sino porque somos todos afectados por un paro general que afecta todos los servicios públicos y privados del país.
Y por supuesto que de este lado, todos reaccionamos y hoy nos encontramos casi todos los uruguayos radicalizados a favor de uno u otro bando.
Pero esta postura nos deja en un lugar de inutilidad e impotencia, porque aunque sigamos una u otra postura, éstas no resuelven nada sobre la educación de este país. Muy por el contrario, nos radicalizan y generan sentimientos negativos y enfrentamientos inútiles. Es decir, favorece al desentendimiento y aún más pobreza para un imaginario nacional que infelizmente ya está muy empobrecido.
El gobierno del Doctor Tabaré Vazquez nos permite además a todos los uruguayos comunes, opinar y meternos en el asunto, desde el momento que tiene a la cabeza de su Ministerio de Educación y Cultura, a una Ministra que al menos a mí, no me impresiona en nada por sus conocimientos pedagógicos, y que yo sepa no tiene antecedentes en la materia. No sé si su designación a tan honroso cargo fue una estrategia para enfrentar a los sindicatos de la educación o simplemente porque ser buenos amigos los dos, le garantiza al Presidente una Ministra que no le lleva la contra y lo sigue como se siguen los amigos en aventuras desconocidas. Cualquiera de estas posibilidades, además de peligrosas por muchos aspectos, no tiene nada que ver con la educación.
Desde el otro bando, el de los Maestros, solo escuchamos “Más presupuesto para la educación” cuando lo más coherente sería buscar, conocer gente de adentro y hablar con los docentes con tranquilidad para informarnos con los docentes comunes, esos que se paran frente a al grupo de clase, también discuten  entre ellos de educación, de tecnología, de las nuevas situaciones de los estudiantes. Lo que sale a la prensa, de parte de los representantes de los sindicatos de la educación, carece de diagnóstico. “Dennos más dinero, mejores locales y materiales”. Eso es todo. Hay un vacío de contenidos educativos.
Por supuesto que los maestros son conscientes que hoy se encuentran al frente de una sociedad que ya no puede educar porque no tiene ni idea de como compatibilizar los ideales que comunica y vende todos los días en los medios de comunicación masiva, la que escuchamos por un lado diaremente todos los ciudadanos comunes, y lo que se propone como meta y contenidos de la educación por otro. Hasta el momento los docentes no han sabido articular públicamente su situación que ya es casi un drama existencial. 
Ellos mismos están atrapados por dos discursos contrapuestos.
Por un lado están el gobierno y arte de la población que les echa la culpa de todo, como si fueran los últimos responsables de lo que pasa, y se lava las manos en vez de producir el pensamiento y liderazgo serio que les correspondería tomar. Y no lo toman porque implica decirla a la sociedad y docentes que lo que está ya no sirve más, que las estructuras en las que sobreviven van en contra de la educación, que insistir un modelo decimonónico degradado por la actual cultura casi ágrafa por igual de docentes y alumnos es absurdo: o se enseña a leer y escribir bien a los docentes, y a que amen los contenidos que deben enseñar, o se liquida oficialmente la pretenión de que la educación promueve de verdad la adquisición de competencias en lengua materna, pues una educación que cede ante la cultura del entretenimiento no merece llamarse tal.
Por otro lado está el discurso ya muy repetido de los lideres gremiales que también usa a los docentes. Los radicaliza aprovechando la carga de frustración existencial que éstos arrastran, pero no les ofrece nada a cambio que ayude a cambiarla.
Porque pelear por presupuesto y entrenar nuevas generaciones en una gimnasia de aprendizaje de consignas y éticas de lucha sin contenido educativo alguno, es lo mismo que desviar la energía de cada nueva generación de docentes hacia una cultura de consignas que hace décadas viene demostrando que de educación no tiene ni idea. Nada han mejorado en décadas solamente con la lucha presupuestal.
Yo creo que ahora se trata de oponer lo que debe oponerse para aclarar de una vez que el presupuesto no es el problema de la educación. El problema de la educación es la ausencia de un pensamiento y un acuerdo existencial entre las autoridades, la sociedad y el mundo educativo. Un acuerdo que nos comprometa a todos en un rumbo completamente diferente.
Yo no creo que el presupuesto para salarios dignos falte, ni con este gobierno ni con ningún otro. Esa reconsideración debería darse con un previo sinceramiento del gobierno, que admita por un lado que los docentes no son los principales responsables de lo que pasa. Que les reconozca su dignidad, su esfuerzo diario y su talento para hacer alguna cosa con las pocas armas que les dan. 
Por otro lado, no escuchar mucho lo que pretendan decir los actuales gremios de la enseñanza que solo estropearían cualquier discusión llevándola por los caminos politiqueros e ideologizados de siempre, y que no van a ningún lado en contenidos de educación propiamente dichos. Realmente los actuales gremios de la educación no parecen representar ningún pensamiento educativo.
Lamento mucho que tenga que decir estas cosas. Los dirigentes gremiales y los docentes con la cabeza conquistada por sueños que siguen consignas ya bien pasadas de moda se enojarán y se ofenderán. Pero si no las decimos todo seguirá igual o peor.
He aquí lo que pienso hoy, que no son más que reflexiones de una ciudadana preocupada en asuntos de la educación. Ojalá mucha gente que no está en ninguna de las dos trincheras se pronunciase.
No quiero sentir las vergüenzas que he sentido los últimos días. La semana pasada venía a mi casa en el auto de un amigo y en la Avenida del libertador paramos en el semáforo, bien frente al Edificio del IPA, de donde salen graduados los maestros y profesores de este país. Los dos miramos con tristeza el estado externo del edificio, enchastrado por los mismos docentes que piden se les mejoren las condiciones edilicias de sus escuelas.

 No quiero sentir vergüenza ajena mirando un canal de televisión y escuchando al Presidente gritar “vamos a hablar” y a un enorme grupo de docentes gritando insultos irrepetibles por lo menos en este escrito. A nadie le importa si yo voté o no a este Presidente, o quien lo votó o no. Hay que respetar una Investidura Presidencial. Eso es educación. No quiero ver ni escuchar en los informativos los insultos públicos a un Vicepresidente de mi país. No quiero tener más un 25 de Agosto con todos los comercios abiertos porque nadie recuerda que es Día de la Independencia.

La educación exige respeto desde el vamos. Gracias a esa Independencia y mantenimiento de una Soberanía Nacional es que tenemos este hermoso país donde todos gozamos de los mismos derechos.
Mantener la Independencia y la Soberanía también significa cuidar nuestros Patrimonios. Y la Educación ha sido el gran patrimonio de todos nosotros, los uruguayos.
Creo que las familias uruguayas también somos responsables y actores de mantener ese patrimonio que nos es dado solo por ser uruguayos. Exigir todo de los docentes o del Estado es un poco de irresponsabilidad de parte nuestra. La escuela enseña básicamente conocimientos, y después otras cosas. De la casa traemos ya una educación, en nuestras casas enseñamos educación. Enseñemos valores y ética. Decirles a nuestros hijos que los edificios no se escriben, que las investiduras presidenciales se respetan, que la Bandera se respeta, que hay ciudadanos que cuidan de nuestra soberanía que nos garantiza la libertad, y tantas cosas que todos sabemos y que no sé si por comodidad o por qué razón, parecería que delegamos en los docentes para que lo hagan. Y después los culpamos.
Para concluir les cuento que ayer fui al Macro Mercado y le llevé una escarapela a la cajera, y le regalé además un prendedor con la banderita de Uruguay. Ella quedó muy feliz y me dijo “me voy a fijar la próxima fecha patria para usarla”
Yo le dije que el 23 de setiembre es la fecha de la muerte de Artigas, que no es feriado pero que puede usarla, así cuando le pregunten ella le enseña a otros.
Parece que en las últimas horas de la noche de anoche, el gobierno levantó la medida de esencialidad decretada para la educación y no puedo menos que preguntarme esta mañana si arreglados ya los asuntos salariales enmascarados en el reclamo de una privación de los derechos de huelga de los maestros, alguno de ellos se acordará de sentarse a hablar realmente de educación, o las peleas de la semana pasada no pasarán a ser una anécdota más, casi un chusmerío de barrio.

A quienes llegaron leyendo hasta aquí les diría que sin exagerar, seamos más nacionalistas, que por ahí empieza la educación. Amemos nuestras cosas. Menos sushi (nada contra los japoneses, por las dudas) y más tortas fritas aunque se nos llene la casa de olor a grasa.

quarta-feira, 9 de outubro de 2013







Habría hecho cualquier cosa para no tener que decirle a mis hijos que tenía cáncer.
Ninguna madre en el mundo está preparada para darles una mala noticia que los va a dejar tristes....o mas que tristes.
Los dos me escucharon en silencio con miradas que preguntaron que sucedería, y yo esta vez no tenía respuestas.

Un día después, mi hijo mayor Francisco, me apretaba la mano fuerte mientras yo esperaba mi turno para entrar en la sala de cirugía.
Lo miré y le dije llorando "tengo miedo".
El dijo que también tenía miedo, pero se aguantó para que no le viera las lágrimas que podían salir, y me consoló diciéndome que todo saldría bien.

Después de varias horas de espera, me acompañó hasta a puerta de la UTI, caminando al lado de la camilla y siempre sosteniendo mi mano.
al día siguiente, mi hijo menor, Ismael que entraba en la adolescencia, tuvo un permiso especial para visitarme (el era menor de edad y no podía entrar en el hospital). Yo quería verlo, pero a la vez no quería que el me viera de esa manera...
Nunca me voy a olvidar la carita de él, asustado, mientras yo intentaba convencerlo, como de costumbre, que todo estaba muy bien.
Pero no fue tan así, porque ellos supieron ese día que había perdido la voz y que el tratamiento que tendría era de altísima radiactividad y tendría que pasar un tiempo en absoluto aislamiento.
A partir de ahí, empezó el primer chiste, y mis hijos me dijeron que era la mujer ideal: no hablaba!!!!!

Durante la radioterapia me visitaban todos los días, toda la familia, y nos hacíamos chau con las manos a través de un vidrio y nos sonreíamos intensamente. Sonrisas que ocultaban preocupaciones, pero que también estaban llenas de esperanzas. Los juegos y los chistes no paraban, ellos me preguntaban: "Mamá, si me arrimo a vos, me transformo en un monstruo?" "Sos una madre bomba?

La vuelta a casa fue una maravillosa experiencia. Tenía dificultades para tragar y entonces Francisco, que empezaba por aquella época sus estudios de gastronomía, inventó una serie de menúes especiales, blandos y deliciosos. Ismael también ayudaba y me daba el brazo como un gentleman, intentando ayudarme con mis enormes dificultades para caminar.

Yo continuaba en silencio, las palabras sobraban frente a tantos cuidados de aquellos dos adolescentes que se estaban transformando en hombres. siempre de buena onda.

También hacían cosas que a mi no me gustaban, de gusto. Siempre que me quieren ver enojada me dicen Laura. Cuando lo hacían yo les respondía gritando "no me digan Laura, ustedes dos son los únicos con la obligación de decirme mamá" y me respondían "OK laurita" y se reían...
Ahora, en mi parte del diálogo me imitaban hablando en silencio como si fueran mimos. La verdad es que era muy divertido!

Esos chistes nos ayudaron a pasar el día a día, cada día. Mi pelo, antes ondulado ahora era lacio, de a poco las comidas no precisaron ser tan especiales, y con la ayuda de una fonoaudióloga empecé a hablar bien bajito, después ronca, y así de a poco me alejaba de aquella mujer ideal en silencio, para convertirme en una mujer real...me estaba curando.
 Ya pasaron cuatro años desde aquel día, años en que gracias a Dios y a un equipo médico increíble y con la ayuda de mi familia, los tratamientos dieron resultado hasta que supe que estaba curada.

Como cualquier madre, yo dí sin esperar recibir, pero fue tanta cosa la que volvió...
Amor verdadero, incondicional.
Mis hijos me dieron coraje, me abrazaron cuando solo quería llorar, me sonrieron cuando me sentí desesperanzada, rezaron aún cuando los dos se dicen ateos, me hicieron bromas cuando no tenía ganas de reirme y aprovecharon para hablar cuando yo no podía responder.

Hoy son dos hombres, Francisco ya es un Chef, e Ismael ya está comenzando su camino entrando en su mayoría de edad.
Pero para mi, siempre serán mis niños, y cuando los veo salir a la vida, siento temor por las dificultades por las que tendrán que pasar.
Y siempre quisiera que volvieran un ratito para mi barriga donde siempre los protegería.
Crié a mis hijos preparada para aceptar todo lo que sucediera en la vida de ellos. Y claro que yo siempre estaría ahí para ayudarlos, cuidarlos y amarlos a pesar de cualquier cosa. Repetí eso miles de veces.
Nunca me imaginé que un día sería al revés.
Que ellos estarían ahí, al lado mio para cuidarme y ayudarme. 
Tantas veces los bañé y les saqué las clásicas fotos de chiquitos desnudos, igual que cualquier mamá. Ahora eran ellos quienes me ayudaban a bañarme! Tantas veces les di la mano para enseñarles a caminar, y ahora eran ellos que me daban el brazo para que me apoyara y fuera en cortos paseos hasta la esquina de mi casa. Tantas comidas de bebé con historias infantiles  para estimularlos a la hora de comer, y ahora ellos jugaban a que yo era la niña y me daban la comida en la boca. Tantas veces repetí las mismas palabras para que las repitieran y aprendieran a hablar, y ahora eran ellos que lo hacían...

Ellos son dos hombres muy lindos, altos, divertidos e inteligentes. Obviamente no sería una madre si no hablara así de las cualidades de mis hijitos!!!!!
Como no recordar para siempre aquel día que Francisco se peleó feo con el personal del hospital, con la típica insolencia de los 18 años, y les dijo que estaría mirando y controlando, para ver si alguien me hacía sufrir! todo porque le dije que tenía miedo.
O aquel día que se ofreció a ayudarme a pagar las cuentas de la casa con el dinero de su primer empleo, diciéndome que no me preocupara con el hecho de no poder trabajar por un tiempo.
Como olvidarme de aquel día que le avisé a Ismael que estaría algunas horas en una cámara nuclear especial, sin poder hablar ni comunicarme con nadie, a pesar de esto mi celular no paraba de sonar y sonar, y viendo su nombre en la pantalla mandé para todo para responder pensando que algo malo le había pasado: era para preguntar si podía comer un helado que había en la heladera!!!!
O aquella mañana de domingo que entró llorando en casa diciendo que lo habían asaltado y robado su celular. Salí a la calle, casi sin poder caminar ni hablar, pasó un patrullero y nos subimos a perseguir a los ladrones...y los encontramos!!!!! 
Ellos siempre supieron que yo estaría ahí para ellos, pero me mostraron que estuvieron siempre conmigo también.
Amor incondicional, recíproco, en cualquier momento y lugar.

No se como será mi vida futura...quien lo sabe?
Solamente se que la palabra cáncer que tanto nos asustó, ahora era una palabra real y posible.Aquellos meses de tanta inseguridad y dificultad pasaron a ser divertidos y esperanzadores. Aquellos años de de dificultades y tristezas se transformaron en grandes triunfos y aprendizajes.

Hoy vivimos en países diferentes. El cáncer me dejó como secuela una alta intolerancia al clima frío. Preciso calor para vivir mejor y por eso estoy aquí, en la maravillosa ciudad de Rio de Janeiro. Gracias a la tecnología del S XXI estamos unidos e informados de lo que nos pasa en el cotidiano vivir de todos nosotros. Yo espero que vengan por aquí en poco tiempo...
Mismo con toda la tecnología del mundo no es lo mismo poder abrazar y estar cerca. Claro que no, pero nosotros tres aprendimos a agradecer haber llegado hasta aquí y superado ese enorme desafío. Yo siempre me dije que no me importa si ellos viven lejos, lo importante es que estén bien y que sean felices. También ellos dicen lo mismo para mi.
Francisco e Ismael son dos grandes amores, amor visceral, que emociona tanto como aquel día que lloré y lloré por ellos, y lloré tanto que sentía que lloraba agua cristalina.
Un día de aquellos no tan felices, me dijeron en su estilo bien divertido " si fuéramos al supermercado de madres, te compraríamos"

Yo también compré a esos dos, e hice el mejor negocio de mi vida!!!!      


sábado, 23 de junho de 2012


Este post é um candidato ao Melhor post do Mundo, da Limetree


Câncer



Teria feito qualquer coisa para não ter que dizer aos meus filhos que eu estava com câncer.
Mãe nenhuma no mundo está preparada para dar uma noticia ruim que vai deixar os filhos tristes...ou mais do que tristes...
Eles dois escutaram em silencio e com olhares que perguntavam o que aconteceria, e eu não tinha respostas dessa vez...

Um dia depois Francisco, meu filho mais velho, apertava forte minha mão, enquanto eu esperava minha vez para entrar na sala de cirurgia.
Olhei para ele e disse chorando “tenho medo”.
Ele disse que também estava com medo, mas se assegurou para não deixar sair nem eu ver as lágrimas, e me consolou dizendo que tudo daria certo.
Depois de varias horas de espera, ele me acompanhou até na porta da UTI, caminhando ao lado da maca e sempre segurando minha mão.
No dia seguinte Ismael, meu caçula que entrava na adolescência, teve uma permissão especial para me visitar (ele era menor de idade e não podia entrar no hospital). Desejava vê-lo, mas ao mesmo tempo não queria ele me visse deste jeito.
Nunca esquecerei a carinha dele assustado enquanto eu tentava convence-lo, como de costume, que estava tudo muito bem.
Mas não era tão assim, porque eles souberam neste dia que eu tinha perdido a voz e que o tratamento a seguir, era de alta radiatividade, e eu deveria passar um tempo em absoluto isolamento. A partir daí começou a primeira brincadeira: meus filhos disseram e que eu era a mulher ideal: não falava!!!

Durante a radioterapia me visitavam todos os dias, juntos com outros membros da  família, e através de um vidro, dava-nos tchau com as mãos, e sorriamos intensamente. Sorrisos que ocultavam preocupações, mas que também estavam cheios de esperança. As piadas e brincadeiras não paravam, eles perguntavam: “mãe, se chego perto de você, me transformo em um monstro?”, “você é uma mãe bomba!!”

A volta para casa foi uma maravilhosa experiência. Tinha dificuldades para engolir a comida então Francisco, que em aquele momento começava seus estudos gastronômicos, criou uma serie de comidas especiais, macias e gostosas. Ismael me ajudava dando seu braço como um gentleman, tentando ajudar na minha dificuldades para andar.
Eu continuava em silencio, as palavras sobravam frente a tantos cuidados daqueles dois adolescentes que estavam se transformando em homens. Sempre de alto astral.
Habitualmente eles faziam coisas que eu não gostava, de propósito. Sempre que querem me ver brava me chamam de Laura. E assim faziam. O dialogo era sempre o mesmo. Eu respondia com um grito “não me chamem de Laura, vocês dois são os únicos com a obrigação de me chamar de mãe”. “Ok laurita” era a resposta a seguir, em risos...
Agora eles faziam esse dialogo varias vezes ao dia, e na parte da minha fala, me imitavam falando em silêncio como si fossem mímicos. E era muito divertido!
Essas brincadeiras nos ajudaram a passar o dia a dia, a cada dia. Meu cabelo antes cacheado agora era liso, aos poucos as comidas não precisavam mais ser tão especiais, e com ajuda de uma fonoaudióloga, comecei a falar com a voz bem baixa e depois rouca, e assim aos poucos me afastava daquela mulher ideal para me converter em uma mulher real...estava me curando.
Passaram-se quatro anos desde aquele dia, anos em que, graças a D´s, e a uma equipe medica incrível e com a ajuda de minha família, os procedimentos médicos foram dando certo, até que há três meses soube que estava curada.

Como qualquer mãe eu dei sem esperar receber, mas foi tanto o que voltou...
Amor verdadeiro, incondicional.
Meus filhos me deram coragem, me abraçaram quando eu só queria chorar, me sorriram quando me senti desesperançada, rezaram ainda sendo ateus os dois, brincaram quando eu não queria rir e aproveitaram para falar quando eu não podia responder.
Hoje são dois homens, Francisco já é um chef, e Ismael esta começando seu caminho entrando na maioridade.
Mas para mim, sempre serão minhas crianças, e quando os vejo tocando a vida para a frente, sinto temor pelas dificuldades da vida que possam ter que enfrentar. E sempre gostaria que voltassem alguns instantes, para dentro de minha barriga onde estariam sempre protegidos.
Criei meus filhos preparada para aceitar todo que iria acontecer na vida deles. E claro que sempre eu estaria aí junto para ajudar, cuidar e amar apesar dos pesares. Repeti isso milhares de vezes.
Nunca imaginei que um dia seria ao contrario. Que eles é que estariam aí, junto a mim para me ajudar e cuidar. Tantos banhos eu dei neles. Registrados na clássica foto que todas as mães temos dos filhinhos nus tomando banho. Agora, eram eles que me ajudaram a tomar banho! Tantas vezes dei a mão para ensina-los a caminhar. Agora eram eles que me entregavam o braço para eu me apoiar e sair andando em curtos passeios até a esquina de minha casa. Tantas comidinhas de neném e historias infantis para lhes estimular na hora de comer e agora eram eles que brincavam que eu era uma criança levando a comida na minha boca. Tantas vezes repeti para lhes fazer ouvir e dizer aquelas primeiras palavras. Agora eram eles que me ensinavam a falar...
Eles são dois homens muito lindos, altos, divertidos e inteligentes. Obviamente não seria uma mãe, se não falasse assim das qualidades dos meus filhos!  
Como não lembrar para sempre, daquele dia que Francisco brigou muito com o pessoal do hospital, com a típica insolência dos 18 anos, dizendo que estaria de olho, controlando, para ver se alguém me faria sofrer, por ter-lhe dito que eu estava com medo. Ou aquele dia que se ofereceu para me ajudar a pagar as contas com o dinheiro do seu primeiro emprego, dizendo para eu não me preocupar com o fato de não poder trabalhar por um tempo. Como não lembrar para sempre aquele dia em que eu avisei Ismael que eu estaria algumas horas em uma câmara nuclear especial, sem poder falar nem me comunicar com ninguém, e apesar disto meu celular não deixava de tocar e tocar, vendo o nome dele na tela do aparelho, o que me levou a parar o exame para responder, pensando que alguma coisa ruim tinha acontecido com ele... Era para saber simplesmente se poderia comer um sorvete da geladeira! Como esquecer aquela manhã de domingo que o meu caçula entrou em casa chorando porque tinha sido assaltado e tinham levado seu celular... Saímos para a rua, eu quase sem falar, quase sem andar, e entramos em um carro da policia para perseguir os ladrões...e os achamos!!!!!
Eles sempre souberam que eu estaria sempre para eles, mas eles me mostraram que estiveram sempre comigo também.
Amor incondicional, recíproco, em qualquer momento e lugar.
Não sei como será minha vida futura, aliás, quem sabe?
Somente sei que a palavra câncer, que tanto nos assustou, agora era uma palavra real e possível; aqueles meses de tantas dificuldades e incertezas passaram a ser divertidos e esperançosos; aqueles anos de dificuldades e tristezas se transformaram grandes triunfos e aprendizados.
Nos dias de hoje, moramos em países diferentes. O câncer deixou no meu corpo uma alta intolerância ao clima frio. Eu preciso de climas calorosos para viver melhor e por isso estou aqui, na cidade maravilhosa de Rio de Janeiro. Graças à tecnologia do século XXI estamos unidos e informados do que acontece no dia a dia com a vida de todos nós. Eu espero que eles estejam morando por aqui em pouco tempo...
Mesmo com toda tecnologia, não é a mesma coisa que poder abraçar e estar perto. Claro que não, mas nós três aprendemos a agradecer termos chegado até aqui e superado esse enorme desafio. Eu sempre disse que não me importo se eles moram longe, que o importante é que estejam bem e sejam felizes. E eles dizem a mesma coisa quando se trata de mim.
Francisco e Ismael são dois grandes amores, amor visceral, que emociona tanto como aquele dia que chorei e chorei por eles, e chorei tanto que sentia que chorava água cristalina.
“Eu também comprei vocês dois, e fiz o melhor negócio de minha vida!”. É o que lhes digo.